domingo, 21 de junio de 2009

sunday comes alone... again

de la nada le dieron ganas de escribir algo, empezaba contigo en la habitacion, decia el principio de esa canción que le gustaba tanto y que para sufrir más, escuchaba una y otra vez... en la televisión, un nuevo cápitulo de los simpsons que veía con el volumen bajo, la antena apenas funcionaba, así que de vez en cuando los personajes coloridos, empezaban a transformarse, se le salian los colores, bailaban un poco, crujian y luego volvian a como eran en un principio, así, constantemente, casi toda la tarde. La canción acababa de llegar al pedacito que más le gusta, ese que decia: sabes mi cuenta, sabes mi talla y el grado de astigmatismo que tengo en los ojos... cada vez que ella escuchaba esa parte, le recorría un frio indescriptible, desde la punta del dedo gordo del pie, al pequeño lunar de carne que tenia en el cuello, girando en 180 grados, para irse por su oreja izquierda y llegar luego a la nuca, explotar y emprender el camino de regreso al pié, muchas veces, un monton de veces. Ella amaba tanto esa sensación, que habia escuchado esa canción, más de cinco mil oportunidades.

recordó justo en ese momento, lo que habia sucedido en la mañana, ya que toda la tarde habia estado con perdida de memoria temporal. eran como la 1 pm, cuando el se duchó por ultima vez. El sol se colaba entre las cortinas y luego, cuando las nubes le ganaban, desaparecía. El aroma de su piel, transpasaba todas las paredes, todas las distancias, todas las fronteras, era tan delicioso, que ella podria haber vivido colgada de su cuello, la vida entera.
Era una mezcla indescriptible, que nadie seria capaz de explicar jamás. Ya ningún otro la sorprendía, nisiquiera el aroma a la brisa marina, porque ese, ya se habia convertido en su olor favorito del mundo. Cada vez que ella lo saludaba, inhalaba profundamente, asegurandose de llenar completamente sus pulmones... retenía el aire por unos segundos, para que el aroma se mezclara con sus organos, para que se quedara ahi, encerrado, para cuando el no estubiera. Pensaba siempre en como podia retener esa exquisita fragancia, ya que cada vez que ella se quedaba con sus camisas, las olia tanto, que terminaba quitandoles todo el olor a el, pero aún, nada parecia ser una buena idea. Llegó entonces el momento, el estaba radiante después de su baño, mientras ella seguia en la cama, tapada hasta el cuello, le dijo entonces, que se iba, y ella lo único que atino a decir, fue: chao, en voz fuerte...quizás demasiado fuerte. Se miraron por última vez ese día, por apróximadamente 5 segundos, el apartó la mirada, y ella se arreglo su pelo. Mientras ella lo veia salir por el pasillo, sentia fuertes ganas de detenerlo.... se sintió el tiembre del elevador y ella se dio cuenta, que ya no podria gritarle que porfavor no se fuera. Los vidrios estaban empañados, ella dibujo unos garabatos para poder ver cuando el cruzara la calle, cuando lo vio al fin, el iba de espaldas; se estaba poniendo el gorro de su poleron gris, caminando a paso lento. Ella tomo la camisa que habia dejado tirada en el piso, cerro los ojos y se volvió a meter en la cama.



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